sábado, 3 de diciembre de 2011

De la mano del silencio

Con la compañía de la soledad y de la mano del silencio,el torero aguarda el momento de enfundarse en su terno.
Con el silencio de cuatro paredes que son compañeras de sentimientos,testigos mudos de sus rezos.
En su silla está ya preparado,lo miras y sientes,cierras tus ojos y sueñas,una tímida sonrisa surge en tu cara,abres tus ojos y es la hora,el sueño acaba,pero comienza una melodía,una composición de versos rompe el silencio de la habitación,el terno elegido para esta tarde forma a ser parte de la piel,notas como en ti se funde,es una segunda piel,es tu compañero de batallas.
Lo miras y piensas en todas aquellas tardes que con el compartiste,en todas aquellas penas y alegrías,sueñas con el día a día,sientes tantas emociones juntas que el corazón late de forma distinta cada tarde.
Se vuelve a realizar el culto de vestirse de torero,ese culto tan personal,con sus manías,sus inquietudes,ese sagrado culto que te transforma y te eleva a un superior mundo.
Ese culto prohibido,callado,soñado,ese culto torero,es una emoción constante,es...no se decirte lo que es ciertamente,no creo que lo que se siente cuando te enfundas en el vestido de torear se pueda describir,solo se puede sentir.
De la mano del silencio,así es como se viste un torero,con la compañía de la soledad y de un deseo,con suspiros de rezos de voz baja.
Es así como se empieza a sentir el toro,es así como se ama la fiesta brava.

Ricardo Reina.

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